Supongo que ahora me creeréis cuando os hablo del frío y del maldito clima de esta ciudad. Por cierto, es mucho más divertido descubrir a los pingüinos mientras paseas distraídamente por la playa que pagar no sé cuantos dólares para que te lleven en un barco a la isla de los pingüinos. Tan sólo es cuestión de tener ganas de pasear y estar atento a todo lo que pase a tu alrededor.
Aquí los tenéis tranquilamente en el club marítimo de Elwood beach.
Siento haberme equivocado, pero tenía tantas ganas de ver a los pingüinos de Melbourne, que los confundí con los little pied cormorant, que también son blancos y negros aunque no tienen nada que ver con ellos. La miopía a veces me juega malas pasadas. Pero, ahora, ya he visto a los escurridizos pingüinos y puedo subsanar el error.
A estos cormoranes se les ve con frecuencia en las playas de alrededor de Melbourne, encima de vallas. Y suelen tener las alas extendidas para que se les sequen. A diferencia de los pingüinos estas aves sí que vuelan.
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