Ayer tuvimos ríos de sangre. Otis se pegó el gran castañazo y lo tiñó todo de rojo. Menos mal que su madre mantuvo la serenidad porque yo estaba amarillo. A las 2 horas ya estaba como nuevo, pero yo todavía ando acojonado con lo que llegó a salir por la nariz. Aquí tenéis la estampa que tenía esta mañana. Parece que ya está bien y sigue dando por culo como todo niño que se precie.
Para que lo veáis con mejor aspecto os pongo un vídeo en el que nos cuenta el chiste del hombre de la pata de palo que se llamaba Smith, y donde nos muestra sus grandes dotes para la sobreactuación.
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3 comentarios:
¡Ja, ja! ¡Es como su padre, que se ríe de sus propios chistes! he-he-he...
Como no me voy a reir, ¡si cuento unos chistes buenísimos!
Golpes, golpes y dónde están tus golpes...
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